En principio vamos a descartar el concepto de meditar como el de detenerse a considerar ciertas ideas, o como seguir el curso de una actividad intelectual determinada. Particularmente adhiero a la idea tibetana de meditación, en el sentido que es “el espacio entre pensamiento y pensamiento”. Este es un paso necesario en el trabajo interno ya que este estado supone poder observar las oleadas de pensamientos, emociones, imágenes, conceptos , que habitualmente guían nuestro accionar.
Este es un tema sumamente complejo, y es necesario para comprenderlo pasar por ciertas vivencias que irán dando pauta de la veracidad de esta práctica que no es solo o privativa de oriente, de manera que vamos a comenzar adhiriendo a los conceptos vertidos por Ken Wilber a este respecto:
“Es común entre los eruditos dividir la meditación en dos amplias categorías llamadas meditación de concentración y de percepción (o de visión clara)”
La meditación concentrativa lleva la atención hacia un objeto (una roca, la llama de una vela, la respiración, la oración del corazón, un mantra, etc), tratando de lograr una identificación con el objeto de nuestra meditación. Este tipo de meditación por sí misma no erradica nuestras tendencias a crear dualismo en primer lugar, solo las ignora, se centra en un punto e ignora el resto, esta meditación puede mostrarnos algunos de los reinos más elevados, pero no puede asentarnos definitivamente en algunos de esos reinos.
La meditación de percepción o abierta, es la que nos lleva a la visión de la totalidad, por ej: en la meditación por concentración (MC)observamos un punto en una pared, en la meditación perceptiva (MP) observamos todos los puntos.
Los estados superiores que se logran en la M. C. se llaman “samadhi” o la concentración unidireccional, mientras que la M.P. nos conduce al “satori” o conciencia y sabiduría trascendental.
Al iniciar este camino lo hacemos con “la mente de mono”, imaginen uds. un mono saltando de rama en rama, así nuestra mente va saltando de pensamiento en pensamiento, impidiendo de este modo que otras dimensiones mas sutiles y elevadas de la conciencia emerjan, las que serían según Wilber, los niveles Psíquico, Sutil , Causal y No Dual.
El efecto de nuestro trabajo interno, este estado de silencio, o meditación lo vamos a ir percibiendo a medida de nuestro perfeccionamiento del estado de presencia , esto nos va a ir permitiendo hacer conciencia de los distintos niveles que se van manifestando a medida que vamos llenando el espacio vacío que dejara abierto la ignorancia de nosotros mismos. Estos saltos cuánticos son los que finalmente van eliminando los niveles de tensión generados por la no integración de aspectos duales de los que solo percibimos su sombra, permitiendo de este modo iluminar la otra parte de nuestra realidad.
Llegamos así a la conclusión de que nuestro pequeño yo es un cúmulo de tensiones que sostienen no- integraciones.
La sombra no es más que la focalización de nuestra conciencia en niveles de identificación unidireccionados. Es como el sujeto que ve su sombra reflejada en una pared desconociendo la luz que detrás de él genera la sombra, esto tiene cierta similitud con el Mito de la Caverna de Platón.
Dentro de las distintas técnicas de meditación algunas implican a los órganos del sentido, otras usan música, formas mentales, como los mandalas, mientras que otras proponen un alejamiento absoluto de los sentidos, algunas predican la inacción total y otras incluyen la acción , otras requieren estados emocionales específicos, mientras que otras alientan la indiferencia y el situarse al margen de toda identificación con una ilusión en particular
Todas estas formas son solo aspectos diferentes de un mismo ejercicio básico, más ninguna de las formas puede darnos lo que es realmente necesario en el camino evolutivo ACTITUD . No es el método , sino el modo en que se emplea, la actitud es método y objetivo, cada acto debe ser de meditación, una suspensión de lo que percibimos de nosotros mismos.
Pues ya no somos juguetes de nuestros pensamientos , comenzamos a generar un testigo que nos libera de las caprichosas formas mentales y nos permite el acceso a formas más sutiles o emociones más sublimes. Este estadio es lo que antiguamente se denominaba “testigo”, o siguiéndolo a Wilber estaríamos entre los niveles “psiquico y sutil” Es lo que finalmente nos permite entrar en la visión de nuestro propio ser, como si pasando por una vidriera nos viéramos reflejados en el escaparate del mismo modo vamos teniendo el vislumbre de nuestra divina realidad.
Cuando hablamos de actitud nos estamos refiriendo a la motivación correcta para recorrer un determinado camino de re-unión con nosotros mismos. Cabe preguntarse por qué cada uno de nosotros somos lo que somos, por qué mujeres, por qué varones, por qué en esta familia, por qué con estos padres, por qué en este mundo, por qué….?
La actitud correcta es preguntarse para qué? Pues es nuestra realidad física en sus 12 niveles (representados en nosotros por los doce chackras, y en otras culturas y tiempos este número ha ido variando, el 5 de los budistas, el 7 de los egipcios e hindúes, el 9 de los sufíes, el 12 de los primitivos cristianos) una resultante y no una causa en si misma.
De manera entonces, que en este marco definimos el trabajo interno como la toma de conciencia de niveles mucho mas profundos que nuestra estructura psicológica, y es en este punto donde vamos a entender conciencia como la “aprehención directa de conocimiento sin actividad mental”. Lo que nos va dando pauta de lo correcto de nuestro trabajo es que estímulos a los que reaccionábamos de una manera determinada ya no nos obligan a repetir conductas, esto nos lleva a un incremento de lo que conocemos como auto-estima que en este contexto los vamos a entender como la conciencia de aspectos de nosotros mismos que ya no son ajenos, nos vamos completando, habitando, haciéndonos presentes concientemente.
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