jueves, 11 de abril de 2013

Meditacion - Enseñanza de Osho

Meditación - Enseñanza  de Osho




Y le preguntaron a Osho…Que es la meditación?
¿ Que es la meditación? ¿Es una técnica que puede practicarse? ¿Es un esfuerzo que hay que hacer? ¿es algo que la mente puede lograr?
No lo es. Todo lo que la mente puede hacer no puede ser la meditación, pues es algo más allá de la mente, la mente es impotente para ello.
La mente no puede penetrar en la meditación; donde termina la mente empieza la meditación. Hay que recordarlo porque en nuestra vida, todo lo que hacemos, lo hacemos por medio de la mente. Y entonces, cuando miramos hacia el interior, otra vez comenzamos a pensar en términos de técnicas, métodos, actividades, pues todas las experiencias en la vida nos demuestran que todo se puede hacer con la mente. Si. Con la excepción de la meditación, todo puede hacerse con la mente; la mente puede hacerlo todo excepto meditar. Pues la meditación no es un logro, es un estado, es parte de tu naturaleza… No tiene que lograrse; solo debe reconocerse, sólo tiene que recordarse. Allí está, esperándote; sólo tienes que mirar hacia adentro y está disponible para ti. Siempre la has llevado contigo, siempre.
La meditación es tu naturaleza intrínseca, eres tú, es tu ser, no tiene nada que ver con tus actividades. No puedes tenerla, no puedes no tenerla, no puedes poseerla. No es una cosa. Eres tú. Es tu ser.
Una vez que entiendas lo que es la meditación, las cosas se aclaran. De lo contrario, sigues buscando a ciegas en la oscuridad.
La meditacion es un estado de claridad, no un estado mental. La mente es confusion. Nunca es clara. No puede serlo. Los pensamientos crean nubes a tu alrededor, nubes sutiles. Crean una bruma que opaca la claridad. Cuando los sentimientos desaparecen, no hay mas nubes en tu entorno; cuando simplemente eres, surge la claridad. Entonces puedes ver muy lejos, hasta el fin de la existencia; tu mirada se vuelve penetrante, hasta el fondo mismo de tu ser.
La meditación es claridad absoluta caridad de visión. No es nada que puedas pensar. Tienes que dejar a un lado el pensar. Cuando digo “tienes que dejar a un lado el pensar”, no saques conclusiones precipitadas porque tengo que servirme del lenguaje. Yo digo: “deja de pensar”, pero si lo haces te equivocas, pues una vez más estarás reduciéndolo todo a una actividad.
“Deja de pensar” sencillamente quiere decir: “no hagas nada”. Siéntate. Deja que los pensamientos se decanten. Deja que la mente caiga por su propio peso. Simplemente siéntate mirando hacia la pared en un rincón tranquilo sin hacer nada, absolutamente nada, relajado, suelto, sin ningún esfuerzo, sin ir a ningún lado. Es como si estuvieras durmiéndote despierto, estas despierto y relajado, pero todo tu cuerpo está durmiéndose. Te mantienes alerto en tu interior, pero todo tu cuerpo pasa a un estado de profunda relajación.
Los pensamientos se decantan solos, no tienes que saltar en medio de ellos, no tienes que intentar corregirlos. Es como si un arroyo se hubiera vuelto cenagoso: ¿Qué haces? Saltas al agua a ayudarle al arroyo a despejarse. Pero entonces harás que se enturbie aun más. Simplemente siéntate en la orilla. Espera. No tienes que hacer nada, pues hagas lo que hagas, vas a volver el arroyo mas turbio. Si alguien cruza el arroyo y las hojas y el lodo suben a la superficie, no se necesita más que paciencia. Simplemente siéntate en la orilla. Observa con indiferencia. Al fluir el agua, las hojas se irán aguas abajo y el lodo se decantara porque no puede mantenerse arriba indefinidamente.
Después de un tiempo, de repente estarás consciente, una vez mas, el arroyo luce transparente como el cristal.
Cuando un deseo te cruza la mente, el arroyo se vuelve turbio, simplemente siéntate. No intentes hacer nada. En el Japón este “solo sentarse” se llama zazen: sólo sentarse y no hacer nada. Un día, la meditación ocurre. No tienes que traerla hacia ti; ella viene a ti. Y cuando te llega, inmediatamente la reconoces; siempre ha estado ahí, pero no estabas mirando en la dirección correcta. El tesoro siempre ha estado contigo, pero tú has estado ocupado con otras cosas: con pensamientos, con deseos, con mil y una cosas. Sólo una cosa no te ha interesado… tu propio ser.
Cuando la energía se orienta hacia adentro –lo que Buda llama parabvrutti: el regreso de tu energía a la fuente- de repente se logra la claridad. Entonces puedes ver las nubes a miles de millas de distancia, y puedes oír música antigua en los pinos. Todo está a tu disposición.  




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